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Barranquismo

Barranquismo

Conoce esta actividad que cada año acerca a los más curiosos a experimentar sensaciones diferentes, buscando aventura, paisaje, interés geológico, ambiental, emociones y reto deportivo. Los pioneros en adentrarse fueron los habitantes de las zonas cercanas, pescadores y agricultores que utilizaban el río, sus cortados y distintos movimientos del agua para facilitar su vida y trabajo. A nivel deportivo, son los franceses, de la mano de Edouard Alfred Martel, en 1888, quien crea la primera asociación espeleológica en Francia. Y es que, el descenso de cañones o barranquismo tiene una mezcla de técnicas de la espeleología, la montaña y  precisa también de conocimientos hidrológicos como se da en el piragüismo. Se trata de una modalidad deportiva que busca seguir el cauce de un río, la erosión que el agua ha hecho, salvando sus desniveles y accidentes del terreno. Vamos a ver en detalle las diferentes situaciones que nos podemos encontrar dentro, y las habilidades a entrenar. Muchas veces, simplemente caminaremos por el cauce o por su margen (para evitar molestar a la fauna acuática y a su medio, recordar que estamos en su entorno, y hay que intentar provocar el menor impacto posible, e incluso ayudar a su limpieza). Para caminar por éste, será igual que hacerlo por un camino roto, con piedras de tamaño diverso, con dosis de equilibrio y fuerza en los miembros inferiores. Hay que pensar que en el caso de los descensos acuáticos, llevaremos un neopreno completo de 5mm en las extremidades y de casi el doble en la zona del pecho. El lastre que supone caminar por el agua, moviendo agua y el equipo (arnés con material metálico, sacas drenando el agua y las cuerdas y el neopreno mojados), levantando las piernas con el empuje en el agua, hará que la carga interna y la percepción de esfuerzo se dispare. En otros tramos será preciso nadar por sus badinas, como algunos tramos de 200-300 metros de longitud (Barrasil, Sierra de Guara). Aquí el neopreno mejorará nuestra flotación, pero también impide mover correctamente los brazos para propulsar. Al llegar a un salto de agua, tenemos varias opciones para salvar el desnivel. Bien podemos destrepar, utilizando técnicas de escalada, pasos en oposición (pies-manos, espalda-pies…) en zonas de encajonamiento tipo chimenea, o amortiguando con un salto controlado si hay buena recepción (grava, margas, arena, o una poza con suficiente profundidad y visibilidad). Así entrenaremos la técnica de destrepe, pequeñas y medias pliometrías y la técnica de salto correcta. Cuando la altura es considerable, la técnica de salto es clave para no hacernos daño al entrar, no sólo por poder tocar en el fondo, sino por el propio choque contra la lámina de agua. De nuevo el supervisar la zona de entrada y la práctica de la técnica correcta será decisivo. Si la altura es considerable, o no hay opciones de solventarlo con un salto controlado, recurriremos al rápel. El rápel requiere de un control más técnico que físico, ya que si utilizamos correctamente el material, facilitaremos el descenso sin apenas carga. La habilidad más determinante será el equilibrio en distintas situaciones, con terreno resbaladizo como las tobas y ciertos microorganismos que se fijan a la roca y con chorros de agua empujando. Cuando el rápel gana verticalidad, el equilibrio necesario no es tan determinante, al quedar suspendidos del arnés, incluso llegando a perder completamente el apoyo de éstos en los rápeles volados. Otra técnica para solventar un desnivel acusado son los toboganes, en los que, la posición, con los pies por delante, buscará amortiguar al caer al agua, flexionando las rodillas, como si se tratara de un drop jump. Para llegar a un rápel, salvar una zona de gran movimiento de agua, o para progresar en terreno horizontal expuesto, se equipan los pasamanos, que dependiendo de la calidad de los apoyos de pies y agarre de manos, demandará mayor o menor fuerza en los miembros superiores o inferiores. Como situación puntual, nos puede tocar remontar una cuerda fija, para esto usaremos los aparatos mecánicos, equilibrio y fuerza de tracción de brazo más empuje de pierna. En algunas ocasiones, tendremos que acceder, o salir o de un barranco por una pendiente considerable e irregular. A la hora de diseñar un entrenamiento para que podamos obtener mejoras en el descenso de barrancos habrá que desarrollar una buena base de resistencia aeróbica, para aguantar las aproximaciones más exigentes, con entrenamiento con lastre añadido (aproximadamente 10-12 kgs), con desnivel y pendiente. Entrar en zonas de vt2 de forma puntual, no sólo mejorará este umbral, sino que también se verán beneficiadas las cargas por debajo de éste. Entrenamiento de fuerza, tanto del tren inferior, con cargas medias sostenidas y series más cargadas, acercándonos a la fuerza por vía hipertrofia. Los ritmos de ejecución no serán especialmente altos, ya que, salvo en la modalidad de carreras en descenso de barrancos, no se precisa normalmente de velocidad. En cuanto a los miembros superiores, la autocarga, ya sea en tracción como en empuje, asimétricos, con distintos ángulos, darán más transferencia. Incluso el entrenamiento en sí de la escalada, sería bueno incluirlo en la programación. El trabajo del equilibrio y la coordinación intermuscular ha de ser prioritario, mejorando la función de los estabilizadores de cadera y del trabajo propioceptivo de los tobillos. Desplazamientos en el medio acuático, ya sea con un cinturón lastrado con goma, caminando en un vaso poco profundo, unido a tramos de nado con neopreno. Sin duda la técnica será el factor prioritario, dependiendo en gran parte de ésta para el éxito completo. Recuerda que los manuales son una referencia, y que la formación práctica o el guiado a través de una empresa de deportes de aventura, con la experiencia y la titulación necesaria, debería ser una prioridad a la hora de contratar sus servicios. Desde www.aldrun.com apostamos por el reciclaje continuo.  ¡Disfruta con seguridad!

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Travesías en invierno

El invierno hace bajar el mercurio, cambia los paisajes y nos pone las pilas para ser finos en muchos aspectos.  Siempre que salgamos a la naturaleza a hacer cualquier actividad hay que prever muchas situaciones, y en invierno debemos enfrentarnos a una serie de cambios. Todo es parte del encanto de esta estación. Ver el parte meteorológico nos va a avanzar la temperatura, humedad, las precipitaciones, la cantidad de ésta, el tipo (nieve, lluvia), y cuándo hay mayor probabilidad de que caiga (buscar ventanas en el tiempo cuando dan previsión de lluvia o nieve). La hora en la que amanece y anochece, teniendo en cuenta la cota donde nos movemos, ya que variará la puesta y salida del sol cuando las montañas tapan el sol. Una vez que tengamos clara la ruta a seguir y la previsión meteorológica, podremos preparar el material. Seguiremos el sistema de tres o más capas para mantener nuestra temperatura. Protección para los puntos más débiles por donde perdemos mucho calor, como son las extremidades y la cabeza. Incluyendo guantes, buff, braga o gorro y polainas. La mochila, intentaremos que sea de unos 35 litros como mínimo, para salidas invernales de un día.  Buscaremos las que tengan soportes para alojar los esquís, los bastones, las raquetas y  los piolets en el exterior, en función de la actividad que tengamos programada. Así como una funda para proteger el interior de la lluvia. Dentro de la mochila irán los elementos de seguridad menos voluminosos y fáciles de extraviar, como son los crampones, el arnés, el casco, la cuerda, cordino. Y el material duro, como los aseguradores (placa, ocho, cesta…) los tornillos, cintas expréss, mosquetones, anclas y estacas de hielo, dependiendo mucho de la actividad que vayamos a hacer. El botiquín que nos acompañará en cualquier estación y salida, donde vendrán desde los elementos para protegernos de rozaduras, ampollas, heridas e incidentes  de diverso tipo (compeed, tiritas, gasas, desinfectante para el material y para limpiar las heridas, puntos americanos de sutura, esparadrapo, vendas, pañuelo, manta térmica, cánulas, tijeras), para alergias (boli de adrenalina, antihistamínico y corticoide), antiinflamatorios, analgésicos, antipiréticos, mechero y cerillas… Un kit de reparación y para imprevistos, como pueden ser cordinos, cinta americana, hilo y aguja de coser, frontal con pilas de reserva, calcetines y guantes de reserva (por si se mojan o por si alguien pierde los guantes). Comida energética para aguantar la ruta y para mantener la temperatura. Un termo con bebida caliente y el bidón de agua con la funda para que mantenga la temperatura sin que se congele. Pastillas de sales minerales y si no disponemos de punto de recogida de agua segura, añadir pastillas potabilizadoras. Pensar también que las fuentes que vemos en el mapa con caudal todo el año (generalmente marcados  los arroyos que la abastecen con una línea azul continua), puede que estén heladas y no tengan agua. El material de navegación, como el mapa y su funda, el gps con pilas de reserva, el móvil cargado y otra batería de reserva, la brújula… Un detalle que tendremos que tener muy en cuenta es el tema de proteger las baterías del frío, ya que durará muy poco si se exponen, siendo más que aconsejable llevarlas cerca del cuerpo y protegidas dentro de la chaqueta e incluso con algún aislante para que nos duren más. No os fieis únicamente de los dispositivos electrónicos, ya que si se estropean, perdemos la señal de los satélites y nos quedamos sin batería, estaremos perdidos en mitad de la ruta. Esto refuerza la importancia de llevar mapas en papel protegidos con su funda, unidos a la brújula. Esto obviamente no nos servirá de mucho si carecemos de los conocimientos básicos de orientación. Cuando nos movemos en la montaña en invierno, cambia radicalmente tanto la progresión, la exposición, como la interpretación del recorrido. Un mismo recorrido nevado cambia mucho. Tanto la señalización que podamos ir siguiendo (marcas de senderos, estacas, balizaje en general, puede estar tapado por la nieve). Si unimos esto a que el ritmo de desplazamiento es muy inferior en estas condiciones, el tiempo para completar la misma ruta en otra estación será sustancialmente superior. Si progresamos por nieve muy profunda sin el material necesario (raquetas o esquís) nos hundiremos. Abrir huella sin este material, hará que se dispare el gasto energético, tanto por desgaste muscular al tener que levantar mucho la pierna en cada paso, unido al equilibrio que hace falta. Esto disparará las pulsaciones. Si estamos en altura (por encima de 2.000 metros), generará una menor presión parcial de oxígeno que provocará hipoxia, lo que aumentará la ventilación para intentar llevar más oxígeno a los tejidos. Si no tenemos buena base aeróbica, nos llevará a una limitación en poco tiempo, al bajar el ph por recurrir a un metabolismo más anaeróbico. En caso de llevar material específico, en este caso raquetas de nieve simplemente tendremos que saber manejar la técnica de éstas para avanzar con éxito. A grandes rasgos tendremos que aumentar la separación de los pies para no tropezar, así como variar la posición de la alzas para ayudarnos en las subidas, y bloquear éstas en las bajadas, para evitar que se levante el talón. La mayor dificultad estará no sólo en las pendientes extremas (en las que habrá que plantearse el cambio a otro material, como son los crampones, como en las medias laderas, donde el tobillo sufre especialmente. Si necesitamos cambiar al uso de crampones, lo primero que tendremos que hacer es un curso de autodetención. Es el pilar básico para poder progresar con seguridad. En este curso os dotarán de las herramientas para poder frenar una caída con distintas técnicas, en función de si llevamos los sólo los crampones, sólo los piolets, o ambos. También la progresión en hielo requiere de aprendizaje y experiencia para avanzar con seguridad. En otro artículo vimos la manera de movernos con los esquís de travesía. Vemos que para poder movernos con soltura, necesitamos conocer varias técnicas y ser completos en muchos

Escalada Tokyo 2020

Parece que existe algo de luz al final del túnel, y van metiendo la cabeza poco a poco los deportes minoritarios (por lo menos en cuanto a licencias registradas y a facturación), con respecto al deporte que en este país absorbe todo. En 2020, vamos a poder ver como la escalada participa dentro de los juegos olímpicos de Tokyo. Esto ha sido posible gracias al anfitrión que acoge esta nueva disciplina olímpica, y es que, Tokyo tiene unas 550.000 licencias federativas en este deporte. España tuvo 237.000 en el 2017. La escalada tiene mucha historia. Desde las grandes ascensiones de personajes como el marqués de Villaviciosa, Pedro José Pidal y el pastor de la zona de Caín, Gregorio Pérez “el Cainejo o el atreviu”, que le llamaban por allí. Las cordadas de Rabadá y Navarro, compartiendo el pico Urriellu, con los antes mencioandos, aunque con un final triste en la cara norte del Eiger. El adrenalínico Dan Oshman, que nos ponía los pelos como escarpias en Yosemite en su vía de velocidad en solo (sin cuerda), situándonos más cerca de lo que podremos ver en Tokyo, aunque con la seguridad de la cuerda. Si nos vamos acercando a esta época, los hermanos Iker y Eneko Pou, manejando grados de escalada como el 8ª+, apto sólo para unos pocos  elegidos, así como el polivalente campeón de skimo (esquí de montaña) y ultracorredor de trail, Kilian Jornet, con su mítico doblete de velocidad  a la ascensión más alta de la tierra. Otro extraterrestre que nos deja helados por su poder de controlar la mente, es Alex Honnold,  aunque esta vez sin el aporte del componente de velocidad, pero arriesgando sin más ayuda que sus manos y pies de gato, eliminando el apoyo de la cuerda. No sólo se han escalado moles de roca, también se han buscado estructuras artificiales como antenas o edificios, recordando al “hombre araña” Alain Robert en sus escaladas de solo integral (sin ayuda de cuerda). La ISFC o federación internacional de escalada deportiva, a manos de su presidente Marco Scolaris, así como el COI, han mostrado su alegría al estar presente esta nueva disciplina deportiva. Dentro de la tradición de este deporte, hay de todo, los defensores de un estilo más “purista” y otros más “relajados” en cuanto a la concepción de este deporte. Y es que, dentro de la escalada hay varias modalidades y maneras de afrontar cada vía. Existen modalidades en la que se usan las cuerdas como material de seguridad, con las variantes más alpinas, como la escalada clásica o la artificial. Esta última, a diferencia de la anterior usará elementos extra, más allá de la propia roca, para poder progresar por ella. La escalada deportiva es la tercera disciplina, dentro de la modalidad con cuerda, donde se diferencia de la clásica, en que esta última tiene los anclajes fijos en la roca, y es el escalador el que se irá asegurando en estos puntos intermedios.  En la clásica el escalador tendrá que buscar emplazamientos donde colocar sus puntos de seguridad intermedios, de forma “flotante” o de quita y pon. En las modalidades sin cuerda está el bloque o Boulder, donde se afrontan “problemas “, que tiene que resolver el deportista. La altura de esta disciplina, al no llevar cuerda, es sustancialmente inferior, soliendo llegar hasta los 5 metros aproximadamente, para que, en caso de caída, los “porteros” puedan frenar una eventual caída, con el apoyo de una colchoneta de gran grosor (crash pad). Como adaptación al entrenamiento en roca, están los rocódromos o plafones, donde se simula de forma artificial la roca, o directamente se ponen estructuras que complican o facilitan su ascenso. En Tokyo vamos a ver una adaptación de este deporte. Va a ser un formato tipo Triathlon, llamado Overall, donde puntuará el mejor de tres disciplinas: velocidad, dificultad y bloque. En España no hay mucha tradición en cuanto a la escalada de velocidad, sin embargo en las otras dos disciplinas, si lo hay. Habrá que entrenar duro para rendir en las tres. ¡! Vamos a estar muy expectantes a ver cómo se desarrollan los juegos olímpicos, más aún con esta nueva introducción que seguro que va a enganchar a más de uno!! A disfrutar de la naturaleza y el deporte.