Siempre nos ha impresionado conquistar una cima. Tanto como superación personal, como reto deportivo, sentirte vivo, o incluso ha servido como lucha por dominio entre países.
Cuando vamos ganando altura, tenemos que saber que suceden una serie de cambios que modifican nuestro estado natural, produciéndose unos ajustes en nuestro organismo. Estas alteraciones, cuando se convierten en aclimatación, tienen una serie de efectos, que muchos buscan de forma voluntaria para mejorar ciertos componentes.
-¿Qué efectos tiene estar en cotas altas?
Como respuesta aguda, la altitud hace que disminuya la presión barométrica, y, en consecuencia la presión parcial de oxígeno. De igual manera, la densidad del aire disminuye al subir desde el nivel del mar, desde los 760 mm hg hasta los 510 mm hg cuando estamos a 3.048 mts. Si llegamos hasta los 5.500 mts aproximadamente, es la mitad que a nivel del mar. La disminución de la presión barométrica y, consecuentemente, una menor presión parcial de oxígeno, es un factor muy limitante.
Cualquier reducción significativa de la po2 arterial, estimula hasta un máximo del 65% los quimiorreceptores, situados en las arterias carótidas.
En el interior de nuestro organismo, este descenso de la presión parcial de oxígeno también ocurre a nivel alveolar, pasando de 100 mm hg a nivel del mar, 78 mm hg a 2.000 mts y a 38 mm hg a 5.500 mts.
Como consecuencia de esta reducción de presión parcial de oxígeno, se activan unos mecanismos que intentan aumentar la oxigenación de los tejidos, aumentando la frecuencia respiratoria y cardíaca, llevándonos a un estado de taquicardia e hiperventilación. Esto se traduce en un sobreesfuerzo cardiovascular, como consecuencia del efecto agudo de acomodación a este estrés fisiológico.
Como adaptación a una estancia más prolongada, en condiciones de hipoxia, se produce un aumento de la ventilación pulmonar, aumento de la hemoglobina, mejora la capacidad difusora de los pulmones, la vascularización de los tejidos y la capacidad de utilización del oxígeno por parte de las células, pasando a un estado alcalino, al subir el ph.
Hay que decir que más que una adaptación, se trata de una aclimatación, ya que la primera se consigue de forma genética, por la permanencia en altura de generaciones, y su traspaso hereditario.
Algunos alpinistas responden con un fuerte impulso ventilatorio hipóxico, por lo que pueden realizar mejor ejercicios a alturas extremas y pueden llegar a una mayor altura que otros individuos en los que no se produce una respuesta tan intensa cuando la po2 es baja a nivel ambiental.
-¿Qué beneficios tiene el entrenamiento en altura o en hipoxia?
Aumento del contenido de oxígeno arterial, reduciéndose la hipoxia. Los receptores carotideos, anteriormente mencionados, son más sensibles a la reducción de la presión parcial de oxígeno, aumentando la ventilación para abastecer de este gas a los tejidos. Sin embargo, al cabo de unas semanas de adaptación, pierde fuerza este impulso.
Desde el primer día de exposición ya comienzan a producirse más cantidad de glóbulos rojos, al producir los riñones la famosa epo, u hormona eritropoyetina. Si la estancia es muy larga (cerca de un año), aumenta también el volumen plasmático. Esta policitemia, unida al aumento del volumen sanguíneo da como resultado una mejora aeróbica considerable, al poder transportar más cantidad de oxígeno a los tejidos.
La mioglobina también aumenta, transportando más o2 dentro del músculo estriado.
La sección transversal del músculo se reduce, pero manteniéndose la densidad capilar y mitocondrial, desarrollando una musculatura de mayor componente aeróbico. Menor demanda de oxígeno con mayor aporte de éste, en definitiva mejora la eficiencia.
Se produce más ATP, más energía por el metabolismo aeróbico, reduciendo la producción de ácido láctico. Esto será útil en la mejora de este tipo de esfuerzos, pero en altas intensidades nos veremos beneficiados sólo en la fase de recuperación, acortando los periodos de descanso.
-¿Hay algún riesgo?
Desde luego. En altitudes por encima de los 5.200 mts el proceso de aclimatación se detiene, aumentando notablemente el riesgo en detrimento del beneficio.
Tenemos muy presente las complicaciones que tienen los ochomilistas, que entran en zonas incompatibles con la vida. De ahí que sus permanencias tengan que ser lo más breve posible. Se lleva tiempo afrontando estas ascensiones en “estilo alpino”, con rápidos ascensos en la zona crítica, con aclimataciones en cotas inferiores.
Los riesgos irán desde el mal de altura, el mal agudo de montaña (mam) puede darse desde cotas a partir de 3.000 mts. Sus síntomas son dolor fuerte de cabeza, fatiga, la irritabilidad, naúseas, vómitos, pérdida de apetito, indigestión, menor producción de orina, alteraciones del sueño…
Pasados los 4.300 mts con un ascenso rápido, prácticamente todos tendrán estos efectos. Incluso personas que hayan aclimatado bien, podrán tener dolor de cabeza pasados los 5.500 mts.
Este se producirá en el caso de hacer un ascenso demasiado rápido, y suelen ocurrir entre las 6 y las 12 horas después del ascenso, llegando a su máxima intensidad entre el mismo día y el siguiente, y remitir, si se revierten las condiciones de hipoxia, entre los 3 y 7 días.
El mal de altura, si evoluciona, presenta una complicación mayor, que es el edema cerebral, soliendo perder el afectado el conocimiento. Esta dolencia viene dada por la hinchazón por acumulación de líquidos. La evolución desde el mal de altura hasta el edema puede ocurrir en 12 horas, pero lo normal es que ocurra en 3 días. Tan sólo un 1% de los alpinistas y personas expuestas a la hipoxia hipobárica suelen tener esta enfermedad. En cuanto se sospeche de estos síntomas, hay que descender rápidamente y administrar dexametasona y oxígeno suplementario. El edema pulmonar es igual que el anterior, pero se desplaza a los pulmones. Las medidas para solventarlo será el hacer un ascenso lento, escalar y dormir a baja altitud, limitar la a.f., evitar exponerse al frío y pasar el menor tiempo posible en altitud.
La prevención siempre es lo más adecuado, y para ello habrá que realizar una ascensión lenta y conseguir una adecuada aclimatación. A partir de 3.000 mts no se superarán los 300 mts de desnivel al día. En las expediciones al himalaya, donde los campos base están generalmente a 5.000 mts, conviene emplear una semana para pasar de 3.000 a 5.000 mts y descansar uno o dos días en éste antes de proseguir.
El alpinismo tiene muchos seguidores, pero su práctica hace obligatorio conocer a qué nos exponemos. Disfruta de la naturaleza en todas sus versiones, pero recíclate y fórmate con especialistas.
Te esperamos. ¡Aldrun sport!
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