Una parte muy importante en el rendimiento de cualquier especialidad deportiva es el material. En los deportes de montaña, a veces puede ser la diferencia entre pasar una experiencia nada recomendable a disfrutar como un niño sacándole el máximo provecho a nuestra actividad.

 En el siguiente artículo vamos a diferenciar entre las distintas partes del calzado de montaña, dependiendo de la actividad que vayamos a realizar. En concreto, en este artículo, nos vamos a centrar en actividades de senderismo.

Nuestro contacto directo con el medio, empieza en la suela. Ésta, al igual que  la mediasuela tienen diversos compuestos, EVA, poliuretano, caucho, gripex (mammut), vibram, contagrip, frixion…

El tipo de actividad y nuestra condición nos hará decantarnos por un modelo u otro.

La suela ha de adaptarse  al tipo de terreno., la disposición de los tacos, en los modelos más específicos (en la mitad delantera hacia atrás para traccionar), y al revés para frenar en las bajadas, así como tacos laterales para superar los taludes laterales o al caminar a media ladera.

 La densidad de la suela en las distintas zonas nos va a proporcionar diferentes agarres y sensaciones (compuestos más blandos para primar la amortiguación en la parte trasera, y materiales más duros en la delantera, para favorecer la tracción, así como la entrada con el metatarso en las subidas con mucha pendiente.

La zona de transición de ambas permitirá una ligera torsión, para dejar que se amolde el pie, en la transición del retropié al antepié (esto dependerá mucho de la orientación específica del calzado.), así como de un margen para poder flexionar el pie al caminar. Otro detalle es el tamaño y forma de los tacos. Los tacos redondeados suelen estar destinados a evacuar el agua, y a utilizarlos por este tipo de superficies (S1-C4 de vibram de las Five ten). Igualmente necesitaremos de tacos muy agresivos para terrenos blandos tipo barro y hierba.

Cuando nos movemos por nieve dura y hielo, de uso ocasional, habrá que fijarse en si nuestra bota es lo suficientemente rígida para que no se mueva el crampón (pinchos metálicos en la suela), en caso de tener que usarlos. Si queremos movernos de forma más exigente por este terreno, tendremos que recurrir a otro tipo de botas más armadas.

El drop es de gran utilidad en cuanto a las zapatillas más ligeras, haciendo referencia a la diferencia de altura entre el talón y la parte delantera del pie. Cuando mayor es el drop, más inclinados vamos hacia delante, favoreciendo la amortiguación pero restando tacto.

La mediasuela, principalmente de EVA, amortiguará, reduciendo el impacto y dará mayor aplomo, ofreciendo estabilidad a nuestros pasos.

En el interior de la bota o zapatilla, está la plantilla, que va a evitar las rozaduras por fricción excesiva, así como se buscará una transpirabilidad lo más alta posible, soliendo llevar un tratamiento antibacteriano. Si está viene parcial o totalmente agujereada estará destinada a evacuar agua más rápidamente.

La unión entre la mediasuela y el upper (parte alta del calzado) está pegado o cosida, ofreciendo mejores resultados esto último. Este chasis ayuda también a conferir estabilidad.

En el upper nos encontramos la membrana transpirable-impermeable (Gore-tex, ante, Dri-tec, piel tratada, Novadry…) de mejor o peor resultado. Otros sistemas buscan la deperlancia, para que las gotas de agua resbalen y no penetren en el interior.

En algunos modelos de zapatillas de senderismo vemos unos nervios, que le dan estabilidad a la sujeción del pie, normalmente integrados en el logo o con formas vistosas.

Si prima la transpirabilidad tendremos rejilla o un sistema algo agujereado para facilitar la salida del vapor de agua, aunque esto será un buen aliado de las ramas que se engancharán con facilidad.

La puntera es importante que vaya reforzada, protegiendo esta zona de choque con piedras, o pisotones.

La lengüeta junto a la altura de la caña, nos van a evitar la entrada de piedras. Ésta debe estar bien fijada al interior, para acoplarse bien a nuestro pie.

La caña ha ido evolucionando, en los modelos más deportivos, bajando su altura, haciendo un calzado más dinámico para desenvolverse más ágilmente. Se opta por dar una buena base a la bota, para evitar torcedoras del tobillo, más que a intentar elevar la altura para que evite el movimiento (cada persona tendrá que valorar qué le aporta más seguridad).

En las botas, los cordones siguen sujetándose con los tensores y herrajes, renovándose más en las zapatillas, adaptando estos a otros sistemas como el sistema de cierre rápido de cordones de Salomon o el novedoso Boa Lacing System de Dynafit, tipo rosca.

La horma de la bota ha de respetar nuestra forma del pie, dejando margen para que los dedos no estén montados y puedan darnos estabilidad y agarre. La medida de la bota ha de dejar espacio para poder mover los dedos sin que éstos toquen en la parte delantera, siendo uno de los principales problemas de incomodidad y de choque de los dedos en la puntera, acabando con las uñas dañadas.

Os aconsejo que a la hora de ir a probar vuestro calzado, tengáis en cuenta estos detalles, así como ir cuando el pie esté algo hinchado (tras hacer ejercicio, o por la tarde, al haber dilatado después de pasar todo el día en activo). Llevar unos calcetines similares a los que uséis en la montaña para ajustarse lo más posible a la realidad. También es importante ir con tiempo suficiente para probar los apoyos con inclinaciones frontales, laterales y posteriores, simulando las variaciones del terreno que nos vamos a encontrar.

El material es una parte importante de nuestro rendimiento, al que muchas veces no se le presta la atención suficiente, pudiendo truncar nuestras expectativas de éxito.

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